martes, 9 de diciembre de 2008

Capítulo 1: Adquiriendo Conocimiento (3)

Cuando abro los ojos parece que ha pasado mucho tiempo. Es noche cerrada, no hay nadie en la playa y ni siquiera se escucha ruido de coches en la carretera.

Me levanto extrañado y echo a andar hacia las escaleras más cercanas, para salir de la playa en dirección al piso, cuando de repente escucho una explosión. Me giro y miro hacia el mar, sobre el cual empiezan a explotar fuegos artificiales.

No conozco las festividades locales, pero me resulta muy extraño que lancen fuegos artifiales hoy. Antes cuando paseaba no ví ambiente festivo alguno. El hecho de despertarme tan tarde pese a haber dormido bien la noche anterior y ahora los fuegos artificiales... me turban.

Finalmente decido acercarme a la orilla y sentarme a contemplar los fuegos, pero al acercarme, con el brillo de los fuegos artificiales me parece distinguir una forma flotando en el agua, a lo lejos. Me esfuerzo para ver con más claridad la forma, pero parece que la luz de los fuegos no alumbra lo suficiente y no logro distinguir si es una persona u otra cosa flotando. De ser una persona debería ir a socorrerla, pero tampoco se si lo es, y en caso de no serlo me voy a empapar, pasar frío y quizás el oleaje, que no se aprecia bien a estas horas, no me permita regresar fácilmente a la orilla.

Mientras estoy pensando qué hacer, me parece escuchar algo detrás, muy cerca. Me giro sobresaltado y veo a un vagabundo, barbudo y desgarbado, con ropa harapienta. Se acerca precipitadamente, tropieza en la arena y se abalanza sobre mi balbuceando algo que no logro entender. La sorpresa y el impacto me hacen perder el equilibrio y termino cayendo al agua y empiezo a hundirme, sin tocar fondo...

Entonces me despierto... Hacía tiempo que no tenía un sueño tan realista, en parte aún me siento algo extraño. Son las 8:30, aún hay gente por los alrededores y la calle sigue tan ruidosa como siempre. En fin, supongo que van siendo horas de ir a casa a cenar, empieza a hacer fresquillo. Luego veré alguna película decente que echen por la tele y a dormir, pero esta vez bien arropado. Mañana presentación del curso.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Capítulo 1: Adquiriendo Conocimiento (2)

Son las siete de la tarde. Pese a estar en el último día de septiembre, hace un tiempo bastante agradable. He ordenado el piso, desempaqueté las cosas que me había dejado mi tío, metiéndolas en los armarios y demás, monté mi escritorio, hice la cama… Compré algo de comida para los próximos días y salí a colocar los carteles de “se busca compañer@”.

Puesto que ver la televisión por la tarde mata más neuronas que la peor de las borracheras, pensé que sería buena idea aprovechar el buen tiempo para conocer mejor la ciudad.

Pasear me recuerda a mis padres. Cuando aún vivían les gustaba salir a dar una vuelta los fines de semana. Yo siempre protestaba puesto que los pocos días que me dejaban jugar con el ordenador eran esos y me parecía una pérdida de tiempo ir andando por ahí sin motivo. Debería haber aprovechado más el tiempo que pude compartir con ellos. Ahora he de reconocer que el pasear puede tener un toque excitante, al menos cuándo estás explorando una nueva ciudad, ya que descubres tiendas, algunas bastante curiosas, y otras que simplemente viene bien saber dónde se hallan.

Después de dar vueltas por las calles cercanas, he acabado en la playa. A decir verdad, ya había salido de casa pensando en acabar aquí. Es de un tamaño similar a la que había cerca de la antigua casa de mis padres, o al menos eso creo. A veces cuándo tras muchos años volvemos a los lugares que frecuentábamos de pequeños nos damos cuenta de que no eran tan grandes como nos parecían.

Desde la muerte de mis padres no he vuelto por allí... Heredé la casa, pero pasó abandonada casi un año antes de que se me ocurriese la idea de alquilarla. Para entonces había empeorado bastante su estado, así que acabé dejándola estar. No consideré la opción de venderla porque tengo la esperanza de volver algún día, cuando esté independizado económicamente. El sueño de mis padres siempre fue tener una casa así y no tengo la menor intención de deshacerme de lo que tanto trabajo les costó conseguir.

Hacía tiempo que no olía el aroma del agua de mar. La playa aún tiene algo de vida, algunas personas diseminadas tomando el sol o paseando, algunas atreviéndose a entrar en el agua… Ando con cuidado, mirando de vez en cuando para el suelo: estaba demasiado vago para descalzarme del todo, así que intento que no me entre arena en las deportivas. Hacia el final de la playa un grupo de chavales, me imagino que de la ESO, juega al vóley playa.

Bueno, la verdad es que me he pegado una buena caminata, el cansancio empieza a hacerme mella. Regreso un poco por la playa hasta una zona en la que no hay gente, y me siento a descansar. Todavía es temprano para volver a casa: la televisión antes de las 10 no me llama, y se me ha olvidado llamar para contratar la conexión a internet, tendré que acordarme de hacerlo mañana tras la presentación.

La arena aún desprende algo de calor pese a ser las 7:30. Ahora mismo el aire está en calma, lo cual es extraño ya que esta ciudad es famosa por su viento, ya que de da a mar abierto. Pensando en mis cosas, entre el cansancio y el calorcillo de la arena, acabo tumbándome.

Lo cierto es que me siento algo solo. Tras mudarme a vivir con mis tíos, perdí contacto con los amigos de la infancia. En el nuevo colegio no llegué a congeniar demasiado con los demás por ser “el nuevo”. Para cuando llegué al instituto ya me había acostumbrado a ir a mi aire, hablaba con dos o tres compañeros de clase solamente. A veces recuerdo que rumoreaban historias de lo más disparatadas sobre mí y qué les habría pasado a mis padres.

Se podría decir que era un tanto raro. Mientras los demás iban a actividades extraescolares, yo me limitaba a ir a clase por las mañanas y por las tardes hacer los deberes, estudiar y luego andar con el ordenador. Bueno, la soltura con el ordenador me vendrá bien, ahora que voy a empezar la carrera de Ingeniería Informática.

Hace un buen rato que estoy con los ojos cerrados, pensando y escuchando a lo lejos el sonido de las olas. Empieza a levantarse una leve brisa que acaricia suavemente mi cara, pero mi ropa oscura aún retiene algo de calor y me ha entrado algo de sueño. Supongo que no pasará nada por echar una cabezadita un rato…