Son las 19:30 cuando timbran.
Abro la puerta. Al otro lado una chica más o menos de mi edad, pelo largo y liso, y un chico moreno, barba de unos días.
- Buenas tardes, pasad.
- Gracias – dice ella – me llamo Sarah, encantada.
- Yo soy David – intercambiamos dos besos.
- Este es Pablo – dice ella agarrando del brazo al chico. Él me estrecha la mano.
- Bueno, pasad por aquí. Éste es el salón… – a un metro de la entrada se abre a la izquierda el salón del piso, amplio y con un gran ventanal por el que se pueden los edificios de enfrente todavía iluminados por el sol.
Sarah se acerca a las ventanas.
- Parece que el piso está nuevo. En otros entra algo de aire por las ventanas pero este parece que está bien aislado.
- Sí, así en invierno también mantenemos más la temperatura. El piso tiene una caldera de gas ciudad, aquí en la cocina, así que no debería haber problema en invierno.
Los dirijo a la puerta que hay al otro lado, la cocina es amplia, con una mesa bastante robusta, una nevera relativamente nueva y unos hornillos sencillos.
- El mueble es bastante espacioso, yo apenas uso la mitad, así que tendrías sitio de sobra para cubiertos y demás, aunque tampoco tengo inconveniente en que utilizases lo mío.
Ella asiente, mientras su acompañante sigue callado sin opinar nada.
- Por aquí están las dos habitaciones y el baño al fondo. La habitación de la derecha sería la tuya. Le da el sol por las mañanas, da al patio trasero del edificio.
- Vaya, un somier medio decente.
- Sí, ambas habitaciones tienen somier y armarios nuevos. Por lo visto los dueños lo remodelaron hace poco.
- Ah, pues está bien. ¿Y cuánto sería?
Tras informarle de cuánto habría que pagar, de la existencia de un trastero donde tender la ropa y demás, parece que realmente le interesa. Hasta comentamos reglas básicas de convivencia, como serían los turnos de limpieza y esas cosas.
- Vale, pues me gustaría quedarme con el piso. Empiezo este año arquitectura, pero vine un poco tarde, ya que no tenía prisa para encontrar piso – dice Sarah animadamente. Su acompañante lleva un rato viendo por la ventana del salón, distraído. Parece que no es de muchas palabras.
- ¿Y eso?
- Estoy viviendo con mi hermana mientras no encuentro piso. Pero bueno, si ya quedamos en que me lo quedo, me mudaría mañana mismo. A primera hora de la tarde traería mis cosas y ya te pagaría el mes y la fianza.
- Bien, pues perfecto, mañana nos vemos entonces y ya te doy las llaves.
- Vale. Bueno, pues encantada de conocerte David, espero que nos llevemos bien – dice bromeando. Su sonrisa es bastante agradable.
- Hasta mañana entonces.
Ha pasado más tiempo del que esperaba, pero no me quejo, ya tengo compañera de piso y parece bastante agradable. Una preocupación menos.
Me tomo un bocadillo, yogurt y algo de fruta, y me voy para cama.