martes, 3 de febrero de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo Conocimiento (6)

Sigo al cuervo unos metros hasta que echa a volar. Avanza a lo largo de la playa hasta las rocas situadas en la mitad. Se posa, mira hacia mí y luego pegando pequeños brincos se oculta tras ellas.

Me dirijo hacia el lugar. Al llegar y bordear las rocas, no encuentro rastro del cuervo, pero en su lugar veo algo que no me esperaba. Sentado, apoyando la espalda contra la piedra, se encuentra un vagabundo comiendo un bocadillo.

Lentamente aminoro mi ritmo hasta pararme a 3 metros de él. Entonces levanta la cabeza y me mira sonriendo… ¡Es con quien soñé en la playa cercana a mi piso!

- Bienvenido - su voz es más suave y cordial de lo que uno se esperaría por su aspecto.

Contengo el temor que comienza a surgir en mi interior, recordando la pesadilla que había tenido. No puede ser la misma persona, aquello no era más que un sueño y seguramente no lo recuerde tan bien y sea sólo un parecido casual…

- … hola…, disculpe, me encuentro un poco desorientado… ¿sabe si hay algún bar o cafetería cerca?

Hace mucho tiempo que no piso esta playa, y pese a no recordar cómo llegué aquí y apenas conocer los alrededores ya que viví poco tiempo, creo que sería un buen comienzo buscar un lugar desde el que llamar a mis tíos.

- Me temo que… bueno, sigue la carretera que se aleja de la playa por el extremo opuesto al que viniste… Si esperas a que acabe el bocadillo te puedo acompañar – me dice mirándome fijamente con sus ojos marrones.

Lo cierto es que no se ve tan harapiento como el vagabundo de mi sueño. Tiene una barba prominente, seguramente de varios meses, y el pelo largo hasta los hombros y bastante encrespado. Sin embargo su cara, algo arrugada por la edad, luce una piel bastante cuidada y limpia, y las ropas pese a verse viejas, están en un estado todavía aceptable.

- Muchas gracias – asiento. Estando tan desorientado, creo que lo peor que puedo hacer es perder de vista a la única persona que me he encontrado.

Mientras espero a que termine su bocadillo contemplo a lo lejos unas escaleras al final de la playa. Por allí se accede a la carretera de la que me ha hablado, atravesando una zona boscosa cuesta arriba. Supongo que por allí se irá a la ciudad.

Tras terminar su bocadillo, se levanta.

- Vamos – me dice sonriendo.

En cinco minutos ya hemos llegado a las escaleras y subido por ellas. Empezamos a subir por la carretera. Empiezo a sudar, no se si por el sol, por subir la cuesta o porque realmente me encuentro mal y por ello no recuerdo nada.

- ¿Cómo te llamas? – me pregunta mientras andamos.

- David… ¿Usted?

- Adam. ¿No eres de por aquí, verdad?

- Estuve una breve temporada hace años, pero apenas conozco el lugar…

- ¿Y qué es lo que te trae por estos lares?

- Pues…

- ¿Perdiste algo y has venido a recuperarlo? – pregunta antes de que logre saber qué contestarle.

- No… Disculpe, no entiendo qué quiere decir…

Continuamos andando en silencio. Tras un buen rato subiendo la cuesta, parece que no vamos a ningún lado. La calle no tiene acera y a ambos lados no hay más que árboles. No ha pasado ni un solo coche, no se escuchan ruidos de ciudad, no nos hemos cruzado con nadie…

Me giro y descubro que a lo lejos sólo veo la calle perdiéndose a lo lejos, no veo la playa. Parece que hemos andado más de lo que pensaba. Vuelvo a sentir algo de temor.

- ¿Está seguro de que por aquí llegaremos al pueblo?

- ¿Tú crees que es por aquí?

- … disculpe… ya le he dicho que apenas conozco este lugar.

- En realidad, David, lo conoces mucho mejor que yo…