lunes, 30 de noviembre de 2009

Capítulo 2: Experimentando (7)

Ya me encuentro cerca del final del paseo, hacia la Torre de Hércules, y no veo a nadie. Doy media vuelta y empiezo a andar hacia el otro extremo.

De pronto me parece ver un brillo a lo lejos. Apago la linterna… Efectivamente, al fondo, en la última bajada del paseo a la playa, surge algo de iluminación.

Vuelvo a encender la linterna, pero la apunto directamente al suelo, para no cegarme y perder de vista el brillo, y acelero el paso. Al acercarme, tras un trote de unos minutos, descubro que proviene de una pequeña hoguera en la playa. Parece que hay alguien tumbado frente a ella, pero sólo percibo el contorno de su figura, de una complexión suave, dibujado frente al fuego.

Algo más tranquilo, apago la linterna y bajo las escaleras. Según me acerco voy recibiendo la agradable sensación de calor que desprende el fuego, lo que, junto a mi breve carrera, consigue por fin que se me empiece a ir la sensación de frío.

- ¿Hola?

- … – no obtengo respuesta.

Parece una mujer… en pijama… A medida que me acerco me convenzo más de que debe estar durmiendo al calor de la hoguera. A estas alturas ya nada me sorprende…

De cerca descubro que se trata de Sarah. El pijama, con infantiles dibujos de osos que le dan un toque gracioso, no parece especialmente cálido. No se por qué salió de casa sin avisarme, con tanta prisa como para no vestirse, ni tampoco se si sabe qué ha pasado.

Me siento a unos metros de ella, para tranquilizarme y aclararme un poco mientras entro en calor. Debe estar profundamente dormida, no puedo evitar darme cuenta de que tiene el pijama ligeramente subido, mostrando la parte inferior de su abdomen, hasta el ombligo, y de los dos botones que cierran el cuello, uno está suelto, dejando ver algo de escote.

Lo que me faltaba… yo en una situación como esta y me pongo a pensar en estas cosas… Bueno, finalmente decido seguir descansando un rato al fuego, antes de despertarla para preguntarle si sabe algo. De todas formas, me quito la sudadera y la tapo con ella… no se bien si por ella o por mí.

Según pasan los minutos el fuego empieza a perder fuerza, cada vez más rápidamente. Por suerte parece que el cielo se empieza a despejar, entre las nubes asoma cada cierto tiempo una media luna.

Me levanto para despertar a Sarah, el fuego ya apenas tiene fuerza. De hecho el calor y el brillo de las brasas es lo que queda, apenas haciendo ruido ya.

Tras dar un paso hacia ella, escucho un murmullo extraño viniendo del mar. Me giro y compruebo que el nivel del mar, extrañamente calmado, empieza a subir lenta pero constantemente.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Capítulo 2: Experimentando (6)

Llego al paseo marítimo apenas percibiendo por dónde voy. Sigo sin ver luces a lo lejos, y parece que el cielo se ha nublado, así que tampoco tengo la ayuda de la luz de luna.

Me siento completamente descolocado. ¿Qué debería hacer? Si no encuentro a nadie realmente no se a dónde dirigirme…

Intento calmarme. Pase lo que pase, parece que no puedo hacer nada a parte de buscar gente. Puesto que no tengo manera de saber por dónde buscar, empiezo por recorrer el paseo.

Es la primera vez que me encuentro en tanta oscuridad. Uno está acostumbrado a ver siempre algo. En casa siempre tenemos cerca el interruptor de la luz, y fuera, incluso en la calle más oscura, se refleja luz del resto de la ciudad en las nubes, o nos ilumina el cielo nocturno; pero ahora parece que el cielo sea una masa compacta oscura, que no deja pasar luz alguna ni hay en la ciudad brillo alguno…

Por suerte antes de salir del edificio cogí mi linterna, es el momento de usarla. No es ninguna maravilla, es muy pequeña, con un LED que proyecta una intensa luz azulada, pero también le dura mucho la batería y no se funde como las tradicionales. Normalmente la uso para iluminar las entrañas de mi ordenador cuando trasteo en él, pero siempre es útil cuando se va la luz.

De todas formas esto no debe ser un corte del suministro eléctrico. Pese a que las calles carecen de iluminación y ningún otro edificio tiene luz alguna encendida, en casa seguía funcionando la corriente cuando le daba a los interruptores. No se me ocurrió probar a encender la tele, pero viendo que mi móvil no tenía cobertura…

Mientras empiezo a recorrer el paseo marítimo alumbrando mi paso con la linterna, la oscuridad parece una densa niebla.

De pronto, mi móvil vibra. Cuando lo saco del bolsillo compruebo que tengo un mensaje de texto de un número desconocido, pero… ¿sigue diciendo que no hay cobertura?

“Te espero al final de la playa.”

sábado, 17 de octubre de 2009

Capítulo 2: Experimentando (5)

A las cuatro de la tarde llegaron Sarah y Pablo. Tras pagarme y darle las llaves, Sarah comenzó a colocar sus cosas en su habitación y por la cocina, mientras Pablo terminaba de subir algunas maletas.

Son las seis cuando terminan de colocar todo.

- Bueno, vamos a hacer unas compras. Nos vemos luego.

- Hasta luego.

Al igual que el primer día, Pablo parece tremendamente serio mientras que Sarah es todo lo contrario.

Tras hora y media jugando en el ordenador, vuelve Sarah sola, con un par de bolsas.

- ¡Hola! Estoy un poco cansada, así que me voy a acostar ya... – menudas horas para acostarse… – ¡Hasta mañana!

Me esperaba poder charlar un poco más con ella para conocerla mejor… Bueno, mañana es otro día.

Apago el ordenador, ceno viendo la tele, leo un capítulo de la novela que empecé a leer hace demasiado (siempre me pongo la excusa de que no encuentro tiempo para leerla) y finalmente me echo a dormir.

[…]

Bien entrada la noche, me despierta un leve pero constante silbido. Pese al sueño, me levanto para intentar encontrar el origen y detenerlo, pues comienza a ser muy molesto.

La persiana está ligeramente subida y la ventana entreabierta. Se que cerré todo bien antes de acostarme, así que… ¿otro sueño? Demasiado realista…

Al acercarme a la ventana algo me resulta extraño en el exterior. Levanto del todo la persiana y compruebo que toda la ciudad está a oscuras. Me espabilo instantáneamente. ¿Qué demonios pasó?

Puesto que se me ha ido el sueño, y me intriga qué habrá pasado fuera, decido vestirme e ir a echar un vistazo. De todas formas, siempre me gustaron los paseos nocturnos.

Al salir de mi habitación el panorama es desconcertante: la puerta de la habitación de Sarah está abierta. Dentro no hay ni rastro de ella. Su ventana está abierta de par en par, dejando entrar el frescor de la noche. Por si fuera poco, la puerta del piso también está abierta de par en par.

Al dirigirme a la entrada compruebo que ni en la habitación de Sarah, ni en la cocina ni en el salón hay nota alguna, todo parece estar tal cual lo dejé. Al llegar a la entrada se me ocurre coger el móvil, así que regreso a mi habitación, enciendo el móvil y… ¿¿no hay cobertura??

Salgo del piso algo apurado. Al bajar compruebo que las puertas del segundo y primer piso también están abiertas, y tampoco parece haber nadie dentro de dichos pisos. ¿Pero qué demonios pasa aquí? Joder, algo tan importante como para que toda la gente abandone sus casas deprisa y que deje la ciudad a oscuras… Debería haberme enterado. Suelo dormir profundamente, pero esto es absurdo…

En la calle no hay la menor brisa. Es una noche es fresca, como es propio del otoño. No veo nada hacia la Plaza de Pontevedra, creo que si me dirijo hacia la costa podré ver más a lo lejos, quizás así me sea más fácil encontrar a alguien. La calle está completamente desierta, y lo más llamativo es que apenas hay coches aparcados…

jueves, 1 de octubre de 2009

Capítulo 2: Experimentando (4)

-Hola. Parece que nos quieren hacer esperar, ¿eh? – el chaval se debe considerar bastante gracioso - ¿tampoco conoces a nadie por aquí? Me llamo Sebas, encantado – extendiendo la mano hacia mí.

Vaya… La gente tan directa me suele resultar molesta, y presentarse de manera tan brusca hasta es algo violento. Sin embargo este chaval me parece que me va a caer bien. Pelo corto engominado, camiseta de Magic: The Gathering y pegatinas frikis varias en la carpeta.

-Encantado… – le doy la mano – Yo soy David… Sí, no conozco a nadie, pero bueno… así también es más emocionante supongo.

-Nah, tonterías. Lo mejor de la vida de estudiante es estar con los colegas, ¿o no?

Eso dicen…

-Puede ser… Bueno… ¿eres también del grupo B?

-Sí, he oído que la asignatura esta…

Al final la mañana pasó volando. Las presentaciones fueron, salvo alguna excepción, bastante escuetas. La mayoría de profesores mantienen la clásica idea de que el primer día no se trabaja… y los que no, ya se les ve que van a ser duros.

La primera clase empezó poco después de conocer a Sebas y al final la increíble habilidad de éste para hablar constantemente hizo que la mañana pasase volando. No me esperaba hacer amigos tan rápido.

lunes, 24 de agosto de 2009

Capítulo 2: Experimentando (3)

Estoy en cama…

Después de unos minutos calmándome, me giro y compruebo que todavía son las 4 de la madrugada. Definitivamente tengo unos sueños bien raros últimamente… Son excitantes por el realismo que tienen, pero… ahora mismo debería descansar, que tendré que madrugar para ir a clase.

Me paso el resto de la noche durmiendo sin soñar nada extraño. Son las 8 de la mañana cuando salgo de casa hacia la parada del autobús. Tras esperar unos minutos llega uno bastante lleno. La mitad de los viajeros parecen emocionados, otros simplemente tienen cara de sueño.

Tras un breve pero incómodo viaje yendo de pie, llego a la facultad. La primera clase es Programación, comienza en 10 minuto, así que tras mirar en el horario en qué aula es, me dirijo hacia ella. Por lo que veo, todas las asignaturas las tengo en esa aula, aunque hay algunas aulas y laboratorios extra marcados en el horario para hacer las prácticas, que, por cierto, no se qué días son, supongo que nos lo dirán ahora.

A estas horas todavía está bastante vacía la facultad, casi parece que sólo estemos los de primero. En el piso en el que está el aula, los sociables o que quizás han venido con algún conocido hablan sobre cómo será la clase o historias que les ha contado algún conocido que lleva estudiando varios años aquí. Otros nos quedamos en cualquier lugar a esperar en silencio. Desafortunadamente no quedan bancos libres fuera del aula, y no me apetece esperar sentado dentro, así que me apoyo en la barandilla de las escaleras, mirando a través del ventanal cómo va tomando fuerza el sol matutino.

Fuera no se ve ni un alma salvo el esporádico coche o autobús. Realmente es temprano, a estas horas parece que los de cursos avanzados no tienen clase.

Miro el reloj… las nueve menos veinticinco. Pensé que en la universidad serían más puntuales. Supongo que al ser el primer día no tienen prisa, ya que nos explicarán un poco cómo va la asignatura y poco más, así que es normal.

Después de unos minutos esperando sin aparecer todavía el profesor o profesora, se me acerca otro de los alumnos…

sábado, 20 de junio de 2009

Capítulo 2: Experimentando (2)

Su figura se oscurece fugazmente, como absorbiendo la luz a su alrededor, y en un par de segundos se reduce y adopta una forma familiar: un cuervo. El animal da un graznido y unos segundos después repite el proceso volviendo a su forma original.

-Todos los Onironautas pueden realizar cosas asombrosas en los sueños, pero cuanto más asombrosas más probable es que nos despertemos. Sin embargo, con práctica podemos acostumbrarnos a realizar ciertas cosas, de forma que no sean tan extrañas y no precipiten el despertar. En mi caso, se me da bien cambiar de forma. Normalmente no sirve de gran ayuda contra Perversos, pero me permite vigilar sin influir en el transcurso natural del sueño ya que no llamo especialmente la atención.

La historia parece tener sentido. Él vigilaba el sueño mientras la chica, aparentemente con más aptitudes para el combate, intentaba detener al ser que atacó a mis padres.

-Si todo lo que dices es cierto, puesto que soy consciente de que estoy soñando, debería poder hacer lo que quiera, ¿no es así?

-Más o menos. Ahora que sabes todo lo que te conté, deberías experimentar y aprender para poder defenderte por ti mismo, quizás te sea útil más adelante. Te animo a que intentes algo. Una de las cosas más sencillas e instintivas suele ser volar. Inténtalo, no puedo explicarte cómo se hace, simplemente tienes que creer que puedes hacerlo…

Le hago caso. Supongo que debería empezar… por saltar. Realizo un par de botes suaves… me da la sensación de que caigo más lento de lo que sería normal. Empiezo a saltar cada vez con más fuerza. Parece como… si realmente pesase poco, como flotase ligeramente en el aire, como si estuviese nadando o algo así.

Adam observa entretenido cómo experimento. Tiene una sonrisa peculiar, como si le resultase gracioso… ver como lo intento. La verdad es que debo estar haciendo el ridículo.

Dejo de saltar y me concentro, recordando la sensación de ingravidez. Poco a poco me voy poniendo de puntillas, notando la ausencia de peso sobre mis pies… Empiezo a flotar.

-Bien. Como te dije, es relativamente fácil, al menos flotar. Lo difícil es controlar el vuelo. No te preocupes, prueba.

-Y… ¿cómo avanzo?

-Hombre, ya te he dicho que no puedo decirte como hacer las cosas, cada uno tiene su técnica. Lo importante es que creas que va a funcionar.

Intento empujarme con los brazos… parece que algo me moví. Repito el movimiento varias veces, estoy avanzando lentamente… Creo que si los muevo más lentamente… como si nadase… sí, así me desplazo mejor.

Acantilado

En poco tiempo estoy flotando a unos 3 metros de altura, y avanzando cada vez más rápido, recorriendo la playa. Acelero… acelero…

Antes de que me dé cuenta, me acerco al acantilado que hay al fondo de la playa. Con lo que me costó acelerar tanto, ahora no se cómo detenerme para no chocar con él. La pared se acerca gran velocidad, como si realmente estuviese cayendo hacia ella. Sus rocas afiladas impresionan… No debí haberle hecho caso…

-¡Me voy a matar! ¡¿Cómo paro?!

Intento parar, pero no hay manera. Yendo a la derecha todavía me la pegaría contra las escaleras, así que intento desviarme hacia la izquierda como puedo, hacia el mar… pero es demasiado tarde.

Cierro los ojos y siento el impacto, empiezo a caer… En realidad apenas me hice daño, fue como chocar con una pared acolchada. Encogiéndome instintivamente, caigo esperando chocar contra el suelo, pero no siento el impacto…

Cuándo me doy cuenta, ha pasado un rato y no siento nada. Poco a poco relajo mi cuerpo, lo siento extraño… Abro los ojos y…

viernes, 12 de junio de 2009

Capítulo 2: Experimentando (1)

Adam parece saber mucho de mí, lo cual me incomoda y preocupa. ¿Y si es él el responsable de lo ocurrido a mis padres? De todas formas, mientras me dé información, bienvenida sea.

Mi extraño acompañante toma un suspiro, como preparándose para una larga explicación:

“La muerte de tus padres fue provocada por un Perverso… te lo explicaré en pocas palabras. La chica que viste aquella noche y yo somos lo que podría llamarse Onironautas, soñadores expertos que no sólo dominamos nuestros sueños sino que somos capaces de saltar a los de otros.

La mayoría de la gente, cuando empieza a aprender a modificarlos, lo que hace es provocar eventos en los que suceden cosas agradables o que son imposibles en la realidad, pero algunos… los retuercen para ver sufrir a otros o disfrutar causándoles ellos mismos el sufrimiento, sea por venganza o por motivos más siniestros. Se podría decir que son algo así como un psicópata en el mundo real.

Estos Onironautas son los que llamamos Perversos. Tras aprender a saltar a sueños de otros, descubren maneras de perjudicarles también físicamente. Algunos llegan a provocar apneas, sonambulismo, o alterar los ciclos de sueño, produciendo insomnio o somnolencia… Creo que algo así fue lo que les ocurrió a tus padres, pero no conozco los detalles ya que desconozco lo ocurrido fuera de aquí.”

-Bueno, gracias por la información, – le respondo, y armándome de valor añado – pero… me gustaría que me explicases por qué sabes tanto de aquella noche.

-Verás, la chica que intentaba ayudar a tus padres es la primera persona que encontré que tenía potencial. Le enseñé todo lo que supe y juntos estuvimos buscando Perversos e intentando despertar de sus pesadillas a lo soñadores a los que atacaban. Lamentablemente, aquella noche llegamos tarde.

-¿Y cómo se que tú no eres el que atacaba a mis padres?

-Eso… es relativamente fácil de explicar…

Tras decir estas palabras, Adam se separa unos metros de mí…

martes, 12 de mayo de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo conocimiento (9)

-David, despierta.

Abro los ojos adormilado. La habitación está ligeramente iluminada con los rayos de sol matutinos que entran entre los huecos de la persiana a medio bajar.

Me froto los ojos mientras me incorporo en cama. Estoy en mi habitación de la casa de la playa, solo. Mientras me levanto escucho la puerta de la entrada abriéndose, parece que alguien sale de casa.

Bueno, empiezo a acostumbrarme a tener este sueño recurrente. Pese a acabar de levantarme, estoy vestido con pantalones cortos y una camiseta, así que me limito a ir a ver qué pasa. A la salida me encuentro con Adam.

-Buenos días, que buena mañana hace hoy, ¿verdad?

-Sí…

-Bien… ¿Sabes dónde estamos? Y no me refiero al lugar…

-Un sueño.

-Empezamos con buen pie – dice sonriendo – Acompáñame.

Vamos andando hacia la playa, tras unos minutos en silencio, Adam vuelve a pronunciarse:

-¿Alguna vez has escuchado el término “sueño lúcido”?

-No.

-Es cómo se califican cuando la persona es consciente de estar soñando. La ciencia aún conoce muy pocos detalles sobre el funcionamiento de los sueños. Dicen que son activaciones de los circuitos neuronales para reforzar o quizás reparar recuerdos. Sin embargo… a veces tenemos sueños extraños, con lugares y personas desconocidas; y hay gente que afirma tener desde sueños premonitorios a sueños en los que se comunican con los difuntos. La ciencia supone que se deben a conexiones extrañas en nuestras mentes, pero en realidad es tan difícil probar dicha afirmación como rebatirla.

-Así que esto es un sueño lúcido.

-Sí. Son poco frecuentes, a veces se tienen porque un sueño normal degenera tanto que te acabas dando cuenta, otras veces ocurre al quedarse dormido en ciertas circunstancias… En tu caso, hace 6 años, tuviste un sueño muy fuera de lo común y en el transcurso de éste, te “despertaste”, dándote cuenta de que no era real.

-Ya, no era real, pero aquella noche algo pasó…

-Sí, tus padres murieron – añadió interrumpiéndome.

Me detengo en mitad de la playa, cerca de las rocas.

-¿Tú sabes lo que ocurrió aquella noche?

-Bueno, en esa ocasión estabais tú y tus padres. Hay quienes afirman que si te mueres en un sueño, te mueres de verdad. Hay casos de personas que se duermen y no vuelven a despertarse. También suelen ser muertes extrañas y que nadie sabe explicar. Sin embargo… Aquella noche lo ocurrido no fue un accidente.

sábado, 28 de marzo de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo conocimiento (8)

Son las 19:30 cuando timbran.

Abro la puerta. Al otro lado una chica más o menos de mi edad, pelo largo y liso, y un chico moreno, barba de unos días.

- Buenas tardes, pasad.

- Gracias – dice ella – me llamo Sarah, encantada.

- Yo soy David – intercambiamos dos besos.

- Este es Pablo – dice ella agarrando del brazo al chico. Él me estrecha la mano.

- Bueno, pasad por aquí. Éste es el salón… – a un metro de la entrada se abre a la izquierda el salón del piso, amplio y con un gran ventanal por el que se pueden los edificios de enfrente todavía iluminados por el sol.

Sarah se acerca a las ventanas.

- Parece que el piso está nuevo. En otros entra algo de aire por las ventanas pero este parece que está bien aislado.

- Sí, así en invierno también mantenemos más la temperatura. El piso tiene una caldera de gas ciudad, aquí en la cocina, así que no debería haber problema en invierno.

Los dirijo a la puerta que hay al otro lado, la cocina es amplia, con una mesa bastante robusta, una nevera relativamente nueva y unos hornillos sencillos.

- El mueble es bastante espacioso, yo apenas uso la mitad, así que tendrías sitio de sobra para cubiertos y demás, aunque tampoco tengo inconveniente en que utilizases lo mío.

Ella asiente, mientras su acompañante sigue callado sin opinar nada.

- Por aquí están las dos habitaciones y el baño al fondo. La habitación de la derecha sería la tuya. Le da el sol por las mañanas, da al patio trasero del edificio.

- Vaya, un somier medio decente.

- Sí, ambas habitaciones tienen somier y armarios nuevos. Por lo visto los dueños lo remodelaron hace poco.

- Ah, pues está bien. ¿Y cuánto sería?

Tras informarle de cuánto habría que pagar, de la existencia de un trastero donde tender la ropa y demás, parece que realmente le interesa. Hasta comentamos reglas básicas de convivencia, como serían los turnos de limpieza y esas cosas.

- Vale, pues me gustaría quedarme con el piso. Empiezo este año arquitectura, pero vine un poco tarde, ya que no tenía prisa para encontrar piso – dice Sarah animadamente. Su acompañante lleva un rato viendo por la ventana del salón, distraído. Parece que no es de muchas palabras.

- ¿Y eso?

- Estoy viviendo con mi hermana mientras no encuentro piso. Pero bueno, si ya quedamos en que me lo quedo, me mudaría mañana mismo. A primera hora de la tarde traería mis cosas y ya te pagaría el mes y la fianza.

- Bien, pues perfecto, mañana nos vemos entonces y ya te doy las llaves.

- Vale. Bueno, pues encantada de conocerte David, espero que nos llevemos bien – dice bromeando. Su sonrisa es bastante agradable.

- Hasta mañana entonces.

Ha pasado más tiempo del que esperaba, pero no me quejo, ya tengo compañera de piso y parece bastante agradable. Una preocupación menos.

Me tomo un bocadillo, yogurt y algo de fruta, y me voy para cama.

viernes, 20 de marzo de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo conocimiento (7)

- No se qué quiere decir.

Se escucha un breve e irritante sonido, cuya procedencia no logro identificar. Sorprendido por la interrupción, Adam cambia de actitud.

- Intentaré explicártelo la próxima vez… – dice acompañando con una leve sonrisa de resignación sus palabras.

Antes de saber qué responderle, el irritante sonido vuelve, esta vez durante más tiempo. Me resulta familiar…

Es el timbre del telefonillo. Abro los ojos, mi reloj marca las 17:30.

Tras la presentación del curso, mientras me dirigía a casa recibí la primera llamada preguntando por el piso. Le indiqué al que me llamó qué número y piso era, el chaval me había dicho que se pasaría por la tarde a verlo.

Me levanto del sofá y me dirijo a la entrada. Efectivamente es el que viene a ver el piso. Me había quedado dormido leyendo panfletos informativos de la universidad después de comer. Por suerte había lavado la loza antes de ponerme a verlos y el piso estaba perfectamente presentable.

Abro la puerta. El chaval aparenta tener mi edad, algo más delgado que yo, pelo rubio anaranjado y algunas pecas en la cara. Cuándo le abrí la puerta me pareció que ponía una cara extraña.

- Hola, – saludo cordialmente – pasa.

- Buenas tardes, soy Alex, encantado.

- Yo David, igualmente.

Le enseño el piso. Es la primera persona a la que se lo enseño, pero a mi parecer apenas está prestando atención y no pregunta por nada. Tras enseñarle la cocina, el baño y lo que sería su habitación.

- … La calefacción está integrada en el calentador del agua y seguramente será algo cara puesto que utiliza gas ciudad. De todas formas por mi parte esperaba ponerla poco, puesto que no soy muy friolero.

- Bueno… ¿y tú qué estudiabas?

- Empiezo este año Ingeniería Informática, ¿tú?

- Yo también empiezo este año, estudio Ingeniería de Caminos. Lo cierto es que a estas alturas ya he visto bastantes pisos… creo que este no me interesa.

- En fin, no pasa nada.

Lo acompaño a la puerta y se va.

[…]

La siguiente hora y cuarto la paso acabando de leer panfletos. Creo que mañana, si salgo pronto de las presentaciones, me acercaré a la Sección de Deportes. He visto que tienen varias escuelas deportivas. Quizás me apunte a Tai Chi o Taekwondo. No es que quiera ser un flipado de las artes marciales, pero puede ser divertido y algo de ejercicio no me vendría mal.

Organizo un poco las cosas que llevaré mañana a las primeras clases y justo cuándo me disponía a poner una película en el portátil, me suena el móvil.

- ¿Sí?

- Hola, llamaba por el anuncio del piso. ¿Todavía está disponible? – en esta ocasión es una chica.

- Sí.

- ¿Podría pasarme a verlo ahora? Es que estoy por esa zona. ¿Qué número es?

- Sí, puedes pasarte. Es el treinta y nueve, piso segundo E.

- Vale, nos vemos ahora.

martes, 3 de febrero de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo Conocimiento (6)

Sigo al cuervo unos metros hasta que echa a volar. Avanza a lo largo de la playa hasta las rocas situadas en la mitad. Se posa, mira hacia mí y luego pegando pequeños brincos se oculta tras ellas.

Me dirijo hacia el lugar. Al llegar y bordear las rocas, no encuentro rastro del cuervo, pero en su lugar veo algo que no me esperaba. Sentado, apoyando la espalda contra la piedra, se encuentra un vagabundo comiendo un bocadillo.

Lentamente aminoro mi ritmo hasta pararme a 3 metros de él. Entonces levanta la cabeza y me mira sonriendo… ¡Es con quien soñé en la playa cercana a mi piso!

- Bienvenido - su voz es más suave y cordial de lo que uno se esperaría por su aspecto.

Contengo el temor que comienza a surgir en mi interior, recordando la pesadilla que había tenido. No puede ser la misma persona, aquello no era más que un sueño y seguramente no lo recuerde tan bien y sea sólo un parecido casual…

- … hola…, disculpe, me encuentro un poco desorientado… ¿sabe si hay algún bar o cafetería cerca?

Hace mucho tiempo que no piso esta playa, y pese a no recordar cómo llegué aquí y apenas conocer los alrededores ya que viví poco tiempo, creo que sería un buen comienzo buscar un lugar desde el que llamar a mis tíos.

- Me temo que… bueno, sigue la carretera que se aleja de la playa por el extremo opuesto al que viniste… Si esperas a que acabe el bocadillo te puedo acompañar – me dice mirándome fijamente con sus ojos marrones.

Lo cierto es que no se ve tan harapiento como el vagabundo de mi sueño. Tiene una barba prominente, seguramente de varios meses, y el pelo largo hasta los hombros y bastante encrespado. Sin embargo su cara, algo arrugada por la edad, luce una piel bastante cuidada y limpia, y las ropas pese a verse viejas, están en un estado todavía aceptable.

- Muchas gracias – asiento. Estando tan desorientado, creo que lo peor que puedo hacer es perder de vista a la única persona que me he encontrado.

Mientras espero a que termine su bocadillo contemplo a lo lejos unas escaleras al final de la playa. Por allí se accede a la carretera de la que me ha hablado, atravesando una zona boscosa cuesta arriba. Supongo que por allí se irá a la ciudad.

Tras terminar su bocadillo, se levanta.

- Vamos – me dice sonriendo.

En cinco minutos ya hemos llegado a las escaleras y subido por ellas. Empezamos a subir por la carretera. Empiezo a sudar, no se si por el sol, por subir la cuesta o porque realmente me encuentro mal y por ello no recuerdo nada.

- ¿Cómo te llamas? – me pregunta mientras andamos.

- David… ¿Usted?

- Adam. ¿No eres de por aquí, verdad?

- Estuve una breve temporada hace años, pero apenas conozco el lugar…

- ¿Y qué es lo que te trae por estos lares?

- Pues…

- ¿Perdiste algo y has venido a recuperarlo? – pregunta antes de que logre saber qué contestarle.

- No… Disculpe, no entiendo qué quiere decir…

Continuamos andando en silencio. Tras un buen rato subiendo la cuesta, parece que no vamos a ningún lado. La calle no tiene acera y a ambos lados no hay más que árboles. No ha pasado ni un solo coche, no se escuchan ruidos de ciudad, no nos hemos cruzado con nadie…

Me giro y descubro que a lo lejos sólo veo la calle perdiéndose a lo lejos, no veo la playa. Parece que hemos andado más de lo que pensaba. Vuelvo a sentir algo de temor.

- ¿Está seguro de que por aquí llegaremos al pueblo?

- ¿Tú crees que es por aquí?

- … disculpe… ya le he dicho que apenas conozco este lugar.

- En realidad, David, lo conoces mucho mejor que yo…

martes, 27 de enero de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo Conocimiento (5)

Me encuentro en la playa, pero no la que hay cerca de mi piso, sino en la que hay frente a la antigua casa de verano de mis padres, sentado sobre una roca en el borde de la playa, dónde la arena deja paso a la tierra fértil.

El sol parece que hace poco que ha salido. La brisa fresca golpea mi cara y mis brazos, pero la sensación se mezcla con el calor de los rayos de sol, resultando agradable.

De pronto, escucho un graznido a mi espalda. Hay un cuervo picoteando los restos del desayuno de alguien. La visión me resulta extraña, empiezo a sentirme algo desorientado y no logro recordar cómo llegué hasta aquí.

crow

Tras comer las migas, el cuervo levanta la cabeza y se queda mirándome, pegando pequeños movimientos bruscos de cuello para cambiar su punto de vista. Pega un par de saltos hacia atrás, vuelve a girarse para verme y pega un graznido. Un comportamiento bastante extraño para un animal salvaje. Confundido, sigo mirándolo, esperando a ver qué hace. Unos segundos después vuelve a alejarse unos metros dando pequeños brincos, se vuelve a girar y nuevamente emite un graznido.

Me da la sensación de que quiere que lo siga, pero el mismo hecho de que se me ocurra semejante posibilidad me resulta ridículo. Pese a ello, puesto que la playa está desierta, decido dejarme llevar por mi curiosidad y seguirlo sin cuestionármelo demasiado.

Sigo sintiéndome raro. Tengo una extraña sensación, algo no está bien. Ya se que el hecho de estar aquí y no recordar cómo llegué, ni que día es ni nada ya es suficientemente raro, pero hay algo más, no se describirlo…

jueves, 22 de enero de 2009

Capítulo 1: Adquiriendo conocimiento (4)

Llegué más temprano de lo que pensaba. Como es el primer día, todavía no calculo bien el tiempo que me lleva coger el autobús y llegar a la facultad.

facultad

El edificio a simple vista no parece demasiado avanzado tecnológicamente hablando. Por fuera, la fachada blanca termina con unas paredes recubiertas de piedra en la parte más baja. En la parte central hay una gran cristalera que deja ver desde el exterior las escaleras principales. Quizás el detalle más curioso es que a lo largo de ésta sobresalen unas púas metálicas tanto hacia fuera como hacia dentro. Estos edificios siempre acaban teniendo sus toques extravagantes supongo.

El interior es mucho más mundano. Unas mesas con sillas en la planta baja (con enchufes para los portátiles) y una cafetería en la primera planta. Por lo que he visto en internet antes de venir, debería haber varios laboratorios con ordenadores. Me pregunto cómo serán. Al pensar en hacer prácticas en un laboratorio, me vienen a la mente imágenes del típico químico con su material especializado haciendo pruebas raras.

Todavía falta algo más de media hora para entrar en el salón de actos y asistir a la presentación, pero ya hay mucha gente paseando por aquí. Creo que se nos reconoce bien, somos los que andamos por ahí con cara de ilusionados y con unas pizcas de orgullo. Como era de esperar, ni una cara conocida entre la multitud.

Tras dar una vuelta por los dos pisos superiores (consistentes en un largo pasillo con aulas a ambos lados, nada que destacar salvo una sala de fotocopiadoras en la tercera y última planta), decido volver e ir tomando asiento, ya sólo faltan diez minutos.

Veo pequeños grupos de gente que ya se conocía, preguntándose entre ellos cómo será todo, y haciendo ya planes. Tras unos minutos descubro que la mayoría en realidad también acaba de conocerse, algunos son bastante extrovertidos y empiezan a forjar amistades ya el primer día. A mí siempre me resultó violento empezar a hablar con alguien que no conozco sin tener un motivo, tampoco creo que sea un gran problema…

Finalmente, un grupo de personas rondando los 40 baja por un lateral de la sala y toma asiento en la mesa de ponencia…