miércoles, 15 de diciembre de 2010

Capítulo 2: Experimentando (8)

Intento despertar a Sarah dándole unos toques con la mano en la cara. No parece reaccionar… El nivel del agua sigue subiendo, ya moja la suela de mis tenis y los pies de ella.

Será mejor sacarla de aquí.

Con cuidado y algo de desconfianza, por lo extraño de la situación, la levanto y la llevo con cierta dificultad hasta las escaleras. Llevar a una persona inconsciente es más difícil de lo que pensaba. La voy subiendo poco a poco, parando para descansar cada par de escalones (no quiero que se golpee).

El agua parece ascender cada vez más rápido. Pese a haber subido ya la mitad de las escaleras de la playa, ya la tengo a la altura de mis rodillas, dificultándome aún más el transportar a Sarah. Además está terriblemente fría, comienzo a sentir como si se me clavasen agujas en los gemelos.

Playa Nocturna

Más vale que esto sea una pesadilla, porque esta especie de tsunami a este paso va a acabar con nosotros.

- ¡Sarah, despierta! ¡¡Despierta!!

Cuando llego al paseo, el agua ya me llega casi a la cintura, apenas siento las piernas y ante mí veo las calles cada vez más inundadas.

Decido aprovechar el agua para cambiar la postura y así poder llevarla más cómodamente, además el frío tal vez me ayude a despertarla. La bajo lentamente y agarrando los brazos me la paso a la espalda. La humedad de su pijama me empapa completamente hasta el cuello y me gotea por el pecho haciéndome tiritar por momentos…

En pocos segundos estoy agarrando sus brazos alrededor de mi cuello, para mantener la cabeza por encima del agua, mientras sigo avanzando intentando llegar a mi edificio antes de que la entrada quede cubierta. Ella sigue sin despertar, pero al menos ahora me cuesta mucho menos llevarla, lo que me ralentiza es el agua, que ya me llega a medio abdomen.

Ya falta poco, 20 metros y ya llegaré al escalón del portal… El agua ya me llega al pecho… me cuesta respirar por el frío, y tengo que utilizar toda mi fuerza de voluntad para que se muevan mis piernas, ya insensibles, dormidas por la hipotermia.

A 5 pasos del portal… ya no logro avanzar, el agua me llega al cuello y ya sólo puedo concentrarme en mantenerme en equilibrio, resistiendo la leve corriente del agua con mis piernas entumecidas mientras mantengo su cabeza fuera del agua.

De pronto su cabeza se gira, me habla a la nuca…

- Quizás no seas una mala compañía…

No reconozco la voz, es algo más suave, pero a la vez tiene un cierto tono carente de emoción. Tirando de sus brazos la paso para delante… Su cara no es lo que esperaba ver. Sus facciones me resultan ahora borrosas, tal vez por el frío de mi cuerpo, que empieza a afectar a mi vista, pero sus ojos son de un azul plateado que me resulta lejanamente familiar. No es Sarah.

- ¿Quién… eres? ¿Qué… está… pasando…?

El agua deja de ascender. El frío es tal que ya apenas siento nada… poco a poco me va envolviendo la fría oscuridad…

lunes, 30 de noviembre de 2009

Capítulo 2: Experimentando (7)

Ya me encuentro cerca del final del paseo, hacia la Torre de Hércules, y no veo a nadie. Doy media vuelta y empiezo a andar hacia el otro extremo.

De pronto me parece ver un brillo a lo lejos. Apago la linterna… Efectivamente, al fondo, en la última bajada del paseo a la playa, surge algo de iluminación.

Vuelvo a encender la linterna, pero la apunto directamente al suelo, para no cegarme y perder de vista el brillo, y acelero el paso. Al acercarme, tras un trote de unos minutos, descubro que proviene de una pequeña hoguera en la playa. Parece que hay alguien tumbado frente a ella, pero sólo percibo el contorno de su figura, de una complexión suave, dibujado frente al fuego.

Algo más tranquilo, apago la linterna y bajo las escaleras. Según me acerco voy recibiendo la agradable sensación de calor que desprende el fuego, lo que, junto a mi breve carrera, consigue por fin que se me empiece a ir la sensación de frío.

- ¿Hola?

- … – no obtengo respuesta.

Parece una mujer… en pijama… A medida que me acerco me convenzo más de que debe estar durmiendo al calor de la hoguera. A estas alturas ya nada me sorprende…

De cerca descubro que se trata de Sarah. El pijama, con infantiles dibujos de osos que le dan un toque gracioso, no parece especialmente cálido. No se por qué salió de casa sin avisarme, con tanta prisa como para no vestirse, ni tampoco se si sabe qué ha pasado.

Me siento a unos metros de ella, para tranquilizarme y aclararme un poco mientras entro en calor. Debe estar profundamente dormida, no puedo evitar darme cuenta de que tiene el pijama ligeramente subido, mostrando la parte inferior de su abdomen, hasta el ombligo, y de los dos botones que cierran el cuello, uno está suelto, dejando ver algo de escote.

Lo que me faltaba… yo en una situación como esta y me pongo a pensar en estas cosas… Bueno, finalmente decido seguir descansando un rato al fuego, antes de despertarla para preguntarle si sabe algo. De todas formas, me quito la sudadera y la tapo con ella… no se bien si por ella o por mí.

Según pasan los minutos el fuego empieza a perder fuerza, cada vez más rápidamente. Por suerte parece que el cielo se empieza a despejar, entre las nubes asoma cada cierto tiempo una media luna.

Me levanto para despertar a Sarah, el fuego ya apenas tiene fuerza. De hecho el calor y el brillo de las brasas es lo que queda, apenas haciendo ruido ya.

Tras dar un paso hacia ella, escucho un murmullo extraño viniendo del mar. Me giro y compruebo que el nivel del mar, extrañamente calmado, empieza a subir lenta pero constantemente.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Capítulo 2: Experimentando (6)

Llego al paseo marítimo apenas percibiendo por dónde voy. Sigo sin ver luces a lo lejos, y parece que el cielo se ha nublado, así que tampoco tengo la ayuda de la luz de luna.

Me siento completamente descolocado. ¿Qué debería hacer? Si no encuentro a nadie realmente no se a dónde dirigirme…

Intento calmarme. Pase lo que pase, parece que no puedo hacer nada a parte de buscar gente. Puesto que no tengo manera de saber por dónde buscar, empiezo por recorrer el paseo.

Es la primera vez que me encuentro en tanta oscuridad. Uno está acostumbrado a ver siempre algo. En casa siempre tenemos cerca el interruptor de la luz, y fuera, incluso en la calle más oscura, se refleja luz del resto de la ciudad en las nubes, o nos ilumina el cielo nocturno; pero ahora parece que el cielo sea una masa compacta oscura, que no deja pasar luz alguna ni hay en la ciudad brillo alguno…

Por suerte antes de salir del edificio cogí mi linterna, es el momento de usarla. No es ninguna maravilla, es muy pequeña, con un LED que proyecta una intensa luz azulada, pero también le dura mucho la batería y no se funde como las tradicionales. Normalmente la uso para iluminar las entrañas de mi ordenador cuando trasteo en él, pero siempre es útil cuando se va la luz.

De todas formas esto no debe ser un corte del suministro eléctrico. Pese a que las calles carecen de iluminación y ningún otro edificio tiene luz alguna encendida, en casa seguía funcionando la corriente cuando le daba a los interruptores. No se me ocurrió probar a encender la tele, pero viendo que mi móvil no tenía cobertura…

Mientras empiezo a recorrer el paseo marítimo alumbrando mi paso con la linterna, la oscuridad parece una densa niebla.

De pronto, mi móvil vibra. Cuando lo saco del bolsillo compruebo que tengo un mensaje de texto de un número desconocido, pero… ¿sigue diciendo que no hay cobertura?

“Te espero al final de la playa.”